Cuantos más años cumplo más intensa me parece la vida, y más tengo la sensación de que el tiempo no me da, no me alcanza.

Y no se trata de ansiedad, ni tampoco de agonía, sino que el día sería mucho más aprovechable si tuviera 80 horas ¡y no se por qué a nadie se lo ocurrió hacerlos tan cortos!

¡Son tantas las cosas que habría que hacer en esta vida: vivir al máximo con la familia, vivir experiencias con los amigos, ayudar a los que lo necesitan … incluso hacer recapacitar al enemigo!

Aún así las 24 horas «finitas» que Dios nos otorgó las saboreo, según el día que toque, al máximo ¡pero con tranquilidad, jeje! como decimos por aquí por Canarias.

¿Eres de los que son capaces de holgazanear delante del TV, ó de chatear por horas, ó de preocuparte por la vida de Belén Esteban?

Yo prefiero sentarme en un banco a hablar con un viejo, en una mesa de un guachinche a tomar vinos con un amigo, ó sobre todo a jugar como un niño con mis hijas.

Incluso me permito últimamente el gran lujo de divertirme cómo nunca con mi trabajo ¡qué atrevimiento! Por cierto ¡cuantas cosas me quedan por aprender aún! Después de 20 años retos nuevos todos los días.